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SELECCIÓN DE NOCIONES BÁSICAS DEL GRADO DE APRENDIZ


R∴L∴ S∴ CIBELES Nº 131  MASÓN

 Recopilación, redacción y revisión del M∴ R∴ H∴ Miguel Angel de Foruria,

 V∴ M∴ Exclusivamente para HH∴ miembros del Taller Julio de 2004, e∴ v∴ 

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DEDICATORIA A todos los QQ∴ HH∴ de la R∴ L∴ S∴ Cibeles Nº 131, en su primer aniversario, pero muy especialmente a los HH∴ Aprendices, en ellos está el futuro de la Logia... y el futuro de la Masonería. 

M∴ R∴ H∴ Miguel Angel de Foruria y Franco 

V∴ M∴ Pasado Gran Maestro y Gran Maestro de Honor Ab Vitam del Grande Oriente Español 

Pasado Diputado Gran Maestro de la Gran Logia de España Gran Inspector de Comunicación y Publicaciones de la Gran Logia de España Julio de 2004, e∴ v∴ 

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 INTRODUCCIÓN 

QQ∴ HH∴: Una de mis principales preocupaciones, en tanto que V∴ M∴ de la Logia y en tanto que masón, es la formación masónica de todos los HH∴ del Taller, auténtico talón de Aquiles de la Masonería en nuestros tiempos. 

Mantengo desde hace muchos años que la Masonería no se aprende en los libros, por muchos y muy documentados que sean los que sobre la materia se lean, sino desgastando el fondillo de los pantalones en la Logia, es decir, sentado cada H∴ en el lugar que le corresponde en el Templo y estando con todos los sentidos atentos –los Aprendices en silencio– a cuanto hay, ocurre, se hace y se dice en el Transcurso de los Trabajos ritualísticos. 

Antes y después de las Tenidas, los Aprendices deben demostrar su interés consultando todas las dudas con el H∴ Seg∴ Vig∴, de quien dependen directamente; también pueden, claro está, consultar con el V∴ M∴, pero no es conveniente que lo hagan dirigiéndose a los otros MM∴ MM∴ salvo para cuestiones relacionadas con los oficios que estos desempeñen en la Logia. 

Llegada la hora, el H∴ Seg∴ Vig∴deberá evaluar quienes son los Aprendices que están preparados para un aumento de salario y cuales, no habiendo aprendido aun a utilizar con precisión las herramientas de su grado, deben perseverar en su aprendizaje del Arte Real. 

El resultado de la evaluación será comunicado al V∴ M∴, quien decidirá en última instancia.

 En los años setenta del pasado siglo, todavía era costumbre que los MM∴ MM∴ de mayor edad y experiencia se congregaran con los Aprendices una o dos horas antes del comienzo de las Tenidas –y después durante el banquete fraternal en el que siempre nos reuníamos al terminar los Trabajos–, con el fin de resolver las dudas, aclarar conceptos, contestar a las innumerables preguntas que en aquel entonces los Aprendices siempre teníamos que hacer a nuestros Maestros.

 Habrá que estudiar la forma de reintroducir tal costumbre, aunque a esos efectos haya que prescindir de aquellos HH∴ que siempre tienen prisa u otras prioridades. 

Manteniendo como sostengo que la Masonería no se aprende en los libros, las páginas siguientes, seleccionadas y extraídas de diversos textos y múltiples autores entre los que me incluyo, no tienen más pretensión que ser un recopilatorio de información masónica a nivel básico.

 Mas he de haceros una advertencia: La Masonería carece de dogmas y de gurús, así que cuanto sigue no pasa de ser proposiciones sobre las que os invito a meditar, conceptos que debéis conocer, claves que os ayudarán a analizar el significado de símbolos, herramientas, rituales y alegorías. 

En su conjunto, las páginas que siguen no son sino un simple punto de partida para realizar el Trabajo en Logia, que es donde todos juntos hacemos y aprendemos Masonería, ¡El Taller donde Trabajamos!.

 No todo lo recogido en este “monográfico” corresponde estrictamente a nuestro Rito, a nuestros rituales o a las normas y costumbres de nuestra Gran Logia; lo que no le quita un ápice de utilidad en el apoyo a la formación masónica de los Aprendices, y una llamada al recuerdo en los Compañeros y MM∴ MM∴. 

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 Tampoco estoy muy de acuerdo con algunas interpretaciones ligadas a religiones concretas. Otras no son de aplicación en la tradición masónica española. En todo caso, en los textos que no son míos ni quito ni pongo nada, más allá de algunas correcciones obligadas. 

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EN TORNO AL SIMBOLISMO

 La Masonería Operativa Medieval es la predecesora de la Masonería Simbólica actual. 

La Masonería Operativa constituyó una muy especial asociación de gremios de constructores, precisamente por no haber sido nunca una asociación formal, sino un conjunto de cofradías integradas por profesionales de la construcción, que se reunían con el fin específico de llevar a cabo determinadas obras en lugares concretos. 

Aquellos constructores estaban vinculados entre sí por haber recibido una “iniciación” que proponía una nueva dimensión del trabajo físico. Los operativos admitían como reglas de su actuación profesional ciertas pautas, recogidas en los llamados “deberes” o “cargos”, que traducían un legado filosófico y moral transmitido desde la Antigüedad por constructores iniciados en las normas de la Armonía.

 En el seno de la Masonería Operativa se gestó el embrión que había de llegar a ser la nueva Masonería, que es simbólica y especulativa. De ella nos dice Edouard Plantagenet que “sometida a las mismas leyes, vinculada a los mismos deberes, animada del mismo espíritu, da continuidad en el plano mental a la obra proseguida y realizada por la Masonería Operativa en el terreno físico.

 Los constructores hicieron de la armonía el fruto exuberante de la correlación metódica de los principios geométricos, y la iniciación no sólo les revelaba el secreto de ciertas leyes de las medidas y las proporciones, sino que les demostraba su carácter fatal y su valor cósmico”.

 Y es que la construcción del Templo interior que persigue el masón especulativo requiere asimismo una cuidadosa selección de elementos, armonizando factores físicos, psíquicos y espirituales con ayuda de una ideal Escuadra y el delicado Compás de la intuición. 

La metodología de los masones se plasma en rituales que emplean los signos como proyecciones de un cierto código espiritual. Si bien estos símbolos proceden, en buena parte, del utillaje de los antiguos masones operativos, su contemplación especulativa tiene como común denominador la transferencia al campo numérico, considerando que la expresión matemática es la única capaz de sintetizar, como referencia última universal, los valores funcionales atribuidos a los símbolos sensibles. 

Del conjunto de rituales practicados para el tratamiento reflexivo de los diferentes temas estudiados en las Logias surge el concepto global de Rito. Un Rito puede incluir un número variable de rituales, en función del número de “grados” en que se divida la iniciación contemplada por sus creadores. 

Es fundamental la previa valoración de un tema de reflexión como iniciáticamente adecuado. Es evidente que los criterios de selección podrían ser múltiples, dando ello lugar a una proliferación de ritos, “llamados” masónicos, que incluirían el tratamiento de un sinfín de temas.

 La inexistencia de un órgano coordinador único encargado de velar por la disciplina ritual y el centrifuguismo propio de la libertad de pensamiento y de acción que ha caracterizado siempre a la Masonería, han permitido la aparición y desaparición, a lo largo de nuestra historia y en el seno de diversas comunidades culturales, de un gran número de ritos integrados por diferentes escalas “graduales”.

 Como es habitual, ha habido criterios diversos y no toda la producción ritual puede ser considerada ortodoxa. Un Ritual Masónico esencialmente se caracteriza por el ejercicio del análisis analógico de símbolos sensibles o abstractos. Una figura geométrica, por ejemplo, es, masónicamente 

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considerada, símbolo sensible, y una frase o un mito son símbolos abstractos. 

La actitud filosófica de aproximación al mensaje contenido en el tema abstracto o en el símbolo es condicionante, puesto que la pedagogía iniciática, a diferencia de la profana, requiere no sólo la ejercitación de la razón por parte del iniciando, sino la de todas sus restantes facultades humanas en un proceso gradual que parte de la introspección o análisis de las propias reacciones íntimas ante un símbolo u otra manifestación objetiva. 

Los programas pedagógicos profanos se basan en un concepto binario de exclusión recíproca de proposiciones (lo bueno y lo malo, lo grande y lo pequeño, etc.) en el que entran en juego la inteligencia racional selectiva y la memoria.

 Las escuelas iniciáticas desarrollan su pensamiento partiendo de la analogía de los fenómenos en un Universo unitario, en el que el “ánimo” es homogéneo y las diferencias dependen de cantidades (quanta), dentro de un ciclo evolutivo general.

 Cada cosa analizada resulta de la integración de elementos o factores separables, pero sin cuya combinación el objeto estudiado no sería lo que es. El pensamiento puramente racional actúa por deducción e inducción, memorizando resultados parciales clasificados.

 El método analógico estimula un “salto” del pensamiento que va más allá de la simple deducción y que está en la base del avance científico del Hombre, incluso a pesar de su refutación por parte de algunos científicos convencionales hasta hace pocas décadas, en que la nueva Física está proponiendo un significativo replanteamiento de ciertos “postulados” que parecían inexpugnables.

 La entrada en juego de la intuición es sólo el reflejo de la analogía entre micro y macrocosmo, que se hace consciente cuando la actualizamos en nosotros mismos. Se trata del poder sugerente que los pitagóricos veían en la Geometría, que facilita construcciones mentales por aplicación de sus propias reglas.

 No fue simple “deducción”, sino algo más, lo que pudo hacer pensar al Hermano Isaac Newton en normas de atracción gravitatoria interplanetaria a partir de la caída de una manzana del árbol bajo el que se encontró en un momento dado, como lo señala el Maestro Beresniak.

 La metodología masónica ritualizada no apunta hacia metas simplemente culturales. Partiendo de cierto bagaje cultural, incita a la búsqueda de la Sabiduría mediante una nueva percepción de la realidad y una activación de nuestra dimensión intuitiva, tratando de racionalizar lo “irracional” para conocer “sintiendo” el conocimiento. 

Se pretende llegar al sentimiento de lo trascendente, de aquello que trasciende nuestra estructura corporal y es común a todas las estructuras energéticas que nos presenta el mundo asequible por los sentidos. 

En suma, se persigue aprehender íntimamente la realidad de la gran Inteligencia cósmica dentro de la que existimos y somos. En este sentido, el ritual es expresión de esa dimensión “religiosa” (en sentido etimológico) que nos hace interrogarnos sobre nuestra “ligazón” o vinculación íntima con lo cósmico. 

La otra finalidad de los rituales masónicos, igualmente importante, es la de activar el sentimiento de fraternidad entre los hombres que participan en la construcción, en la “gran obra”. La ortodoxia tradicional ha visto en los utensilios de construcción de los antiguos masones instrumentos que reflejan actitudes y capacidades muy característicos del varón que utiliza y transforma su fuerza física con voluntad creadora.

 Este punto de vista no implica que la mujer sea arbitrariamente excluida de la iniciación. Es perfectamente coherente con el principio de analogía y con el de complementariedad que la mujer sea capaz de crear su propia simbología iniciática en función de la polaridad humana que representa.

 En la búsqueda analítica de su intimidad, muy próxima al psicoanálisis modernamente 

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 redescubierto, el masón comparte en grupo sus hallazgos. No sólo respeta la introspección que, como él, realizan sus hermanos, sino que la apoya sincronizándose ritualmente con ellos. Esta “simpatía” es la vía de progreso del amor fraternal, que es otra forma de la inteligencia. 

El “secreto” masónico, al que, como algo pintoresco, se refieren peyorativamente algunos profanos, es la expresión del profundo respeto que merece la introspección realizada por cada uno en condiciones psicológicas muy concretas e intransferibles a situaciones de convivencia diferentes. 

Cabría señalar, tres cauces aportadores de símbolos en los ritos masónicos más practicados: 

1. La tradición judeocristiana imperante en el medio sociocultural en que se encuentra la Masonería.

 2. La tradición helenística (neoplatonismo gnóstico) con nomenclatura recibida a través del Evangelio y del Apocalipsis llamado de San Juan (entre los varios que circularon bajo esta supuesta autoría en los primeros momentos del cristianismo).

 3. Las aportaciones llegadas a la cultura del medievo a través de los cruzados (especialmente los templarios), que marcan una nueva toma de contacto con la Gran Tradición de las escuelas orientales, sobre todo en sus formulaciones sufíes y rosacruces, que influyeron en el desarrollo de los estudios cabalísticos y alquimistas hasta el siglo XVII. 

La mayor o menor presencia de símbolos procedentes de cada una de estas corrientes históricas depende del tema básico tratado en cada grado al que se adapte el ritual específico seguido. El conjunto de los rituales que integran el Rito aparece así como un policromo mosaico, más que como una gama de secuencias machihembradas, cuya homogeneidad viene determinada por el talante analógico seguido en la meditación esotérica, que queda fuera del espacio y del tiempo históricos. 

Todos los ritos masónicos tienen en común tres grados simbólicos en los que se alude a la construcción del “Templo” interior (prefigurado en el Templo de Salomón), aplicando el principio de analogía a la relación Cosmos-Templo-Hombre y considerando la Palabra, la Escuadra y el Compás como las tres “luces” simbólicas “mayores” en el camino hacia el desarrollo del intelecto intuitivo que requiere la iniciación. 
En una Obediencia (Gran Logia o Gran Oriente) pueden coexistir varios ritos reconocidos. Así, es practicado el Rito Escocés Antiguo y Aceptado por Logias de obediencias diversas, con independencia de su ubicación geográfica. 

Lo mismo cabe decir del Rito de Emulación, del de York y del Escocés Rectificado, entre otros. Cada ritual del Rito encierra dos aspectos: la enseñanza iniciática propiamente dicha y su forma de transmisión o expresión. 

La enseñanza esotérica que se estudia en cada grado recibe el nombre de “arcano” y los arcanos pueden clasificarse en cinco grupos: 

1. Al grupo de símbolos verbales corresponden los arcanos o enseñanzas contenidas en las palabras llamada “sagrada” y de “paso”. 

2. Al grupo de símbolos gestuales o mímicos, de expresión corporal, corresponden las enseñanzas del gesto de “puesta al orden”, el “signo”, la “batería”, los toques de 

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identificación y de contacto ceremonial, los pasos y las formas de caminar en Logia. 

3. Al grupo de símbolos numéricos corresponden los arcanos del número de años de edad masónica, de peldaños del Oriente de Logia, de pasos de cada desplazamiento ritual, de golpes de batería, etc. 

4. El simbolismo temporal lo expresan las horas de apertura y cierre de los trabajos de la Logia (mediodía y medianoche simbólicos). 

5. Dentro del grupo de símbolos cromáticos están los colores de las paredes del Templo o Logia, según el ritual del grado, los de mandiles, bandas y demás elementos del atuendo iniciático. 

El arcano o tema de cada grado se explica apoyando la enseñanza en símbolos correspondientes a cada uno de los diversos grupos señalados, por lo que en todos los grados se hallan estos cinco grupos, si bien su desarrollo es diferente en cada uno de ellos.

La transmisión verbal de la enseñanza depende de circunstancias culturales, por lo que tiene carácter adjetivo y no sustancial (idioma utilizado, “tempo” y forma concreta de la representación ritual, etc.).

 Los cinco grupos tienen como denominador común el número: de luces, de golpes, de pilares, de columnas, de pasos, etc., y a los números corresponden otras tantas formas geométricas (triángulo, cuadrado, pentágono, etc.). 

También ciertas palabras son utilizadas como símbolos de un arcano y representan valores numéricos que resumen la esencia del concepto transmitido, al sumarse o multiplicarse los valores parciales de cada una de las letras que las componen, en una forma de codificación simbólica o cabalística. 
Se utiliza así por analogía entre palabra y número, patente en todas las lenguas.

 Basándose en el número, el aprendizaje del primer grado masónico parte, en todos los ritos, de dos modelos simbólicos: el binario y el ternario.

 Los símbolos utilizados en Logia de Aprendiz corresponden alternativamente a uno u otro modelo. Así se complementan analógicamente la Luna y el Sol, la Escuadra y el Compás, la Plomada y en Nivel, la Piedra “bruta” y la Piedra “cúbica”, Cincel y Mallete, Columnas “B” y “J”...

 Se trata de modelos en "oposición", cuyo análisis lleva al desarrollo del concepto de complementariedad recíproca, dimanante de la unidad final de todas las cosas. El nexo por el que se “disuelve” la oposición, integrando sus dos elementos en una unidad conceptual, completará con ellos una “terna”. 

Tal sería la oposición binaria hombre-mujer, disuelta en el concepto ternario de “ser humano”, considerado no sólo como la suma de los dos sexos, sino como resultante de dos principios interactivos.

 Las tríadas o simples grupos de tres símbolos no pueden ser sistemáticamente propuestas como ternas. El Arte Real consiste en la posibilidad de “encontrar” el tercer elemento integrador de dos conceptos opuestos, y en esta ejercitación se basa el “aprendizaje” masónico. 

Belleza, Fuerza y Sabiduría suelen ser la terna paradigmática sometida a estudio analógico en el primer grado. 

La especial consideración que se da en ese grado a los números dos y tres está ampliamente fundamentada y corresponde a la inquietud especulativa que se encuentra en la raíz de todas las civilizaciones. 

Partiendo de la unidad, el dos significa la diferenciación respecto a uno mismo, y en esa diferenciación tendemos a ver una oposición en lugar de un complemento.

 La búsqueda de analogías, que implica el intento de ver más allá de las 

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meras apariencias, tiende a deshacer la “oposición” dando paso a una nueva idea. El tres simboliza el conjunto de los dos elementos complementarios integrados en una unidad final: dos más uno, o bien unidad y diferencia fundidas en un nuevo concepto trinitario que encontramos expresado en la Trimurti hindú, el Triple Principio de la Cábala hebrea, la Trinidad cristiana y las trinidades de las culturas arias.

 Cualquier acto humano, siendo uno, comprende: sujeto activo, acción realizada y resultado de la acción o efecto. 
La expresión geométrica del tres –o su proyección espacial– es el triángulo, que constituye la forma más simple de acotamiento del espacio mediante intersección de líneas rectas que unen tres puntos separados. 
Las relaciones de sus lados y de sus ángulos ponen de manifiesto una correspondencia universal que está en el origen del pensamiento matemático.

 Por ello, el Triángulo masónico simboliza el fundamento de la Gran Arquitectura Universal. 

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Continuará!!!


 

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