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Por Erika
MAR 31, 2023
Hoy el estado de Guanajuato es el campeón indiscutible en inseguridad y homicidios de entre las 32 entidades federativas del país; lugar donde se cometen casi la 5ª parte de todas los asesinatos registrados en México y uno de los que registran el consumo más alto de estupefacientes, con el consecuente fenómeno de enfrentamientos entre las bandas que se pelean el mercado.
Ha sido gobernado durante los últimos 32 años por el PAN, al amparo de gobernadores cuyas administraciones han construido eficientemente el perfil violento y degradado que presenta hoy ese estado.
Su secretario de Seguridad Pública actual tiene más de 10 años en el cargo y no se puede decir que necesita más tiempo para intentar llevar a cabo una gestión diferente a la que ha desempeñado con absoluta ineficiencia desde que tomó el encargo.
Lo mismo se puede decir del Fiscal Zamarripa, quien tiene 14 años ahí, primero como procurador y luego como fiscal eternizado al que todavía le quedan 5 años para continuar demostrando su aparente incompetencia.
Estos dos funcionarios, por llamarles de alguna forma, han logrado que durante sus gestiones los homicidios se incrementaran en 476%, algo que ni el mismo Carnicero de Morelia pudo igualar durante su sexenio negro al frente de la delincuencia organizada desde Los Pinos. Han aplicado la estrategia calderonista implementando un programa al que bautizaron pretenciosamente como “Escudo”, que costó 3 mil millones de pesos,donde instalaron arcos carreteros, fibra óptica, cámaras de seguridad, botones de emergencia y toda la infraestructura del sistema estatal de coordinación, comando, control, comunicación, cómputo e inteligencia conocido como C5i que ha servido para maldita la cosa.
Por su parte, el fiscal ha logrado acumular 158 mil carpetas de investigación pendientes de desahogar, consiguiendo sólo 360 sentencias, mientras cientos de delincuentes entran y salen de la cárcel en una suerte de puerta giratoria operada por este individuo y su equipo de corruptos.
Al más puro estilo del Comandante Borolas, socio de narcotraficantes como García Luna, estos funcionarios han aplicado la estrategia de aparente mano dura contra la delincuencia, mientras esta sigue inexplicablemente operando en un entorno de colusión innegable con ellos, porque no se podría entender este fenómeno de otra manera.
Es un hecho que esa complicidad alcanza a quienes ocupan los niveles más altos del gobierno estatal e incluso a los miembros del congreso local, empecinados en mantener a estos sujetos a cargo de funciones para las que han demostrado durante mucho tiempo su absoluta ineptitud, sea por incapacidad o por asociación delictuosa con las bandas de dedicadas al huachicol, al narcotráfico y a los demás delitos de alto impacto que campean a lo largo y ancho del estado.
Está muy claro que los funcionarios de gobiernos panistas son incapaces de entender que los fenómenos de este tipo derivan de causas que los detonan. Tienen una tara que les impide visualizar que es imposible abatir la inseguridad sin emprender en primer lugar, una verdadera lucha contra la corrupción, cuya vertiente más peligrosa es la connivencia entre autoridades y delincuencia y en segundo, sin haber abordado las causas profundas de la criminalidad: la falta de oportunidades, la pobreza, la marginación, la desigualdad extrema y la desintegración del tejido social.
El problema de fondo está en la ciudadanía guanajuatense, que en una cantidad nada despreciable, pareciera estar muy cómoda con los gobiernos que han venido eligiendo durante 3 décadas, que los tiene como la rana cociéndose viva lentamente dentro de una olla, mientras se adapta a que la temperatura del agua suba hasta que termine con ella. Una rana altamente resiliente dirían los fachitos orgullosamente.
Como dijo el filósofo francés Voltaire: “Cada uno besa temblando la mano que los encadena”.
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