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24 julio,
Por Martín Díaz Salazar
En medio de una intensa controversia, el Alcalde de Reynosa, Carlos Peña, reapareció hace algunos días en público después de ausentarse para no ser detenido por estar acusado por lavado de dinero y uso de recursos de procedencia ilícita. Su retorno a la escena pública se dio encabezando un evento de «Reconocimiento a las Fuerzas armadas de Reynosa” con todas las características de haber sido realizado con el fin de congraciarse con las distintas fuerzas de Seguridad.
Mientras el Alcalde entregaba alegremente dinero y regalos valuados en cientos de miles de pesos a los miembros de las distintas fuerzas armadas, un enfrentamiento entre miembros del crimen organizado volvía a cimbrar el suelo de Reynosa, poniendo en peligro a un grupo de obreros de maquiladora que se trasladaba a su trabajo quedando atrapados en medio de la refriega, sin que alguna autoridad los auxiliara.
La coincidencia en el tiempo de este festejo con los hechos lamentables de violencia resalta la falta de sensibilidad del Presidente, al distraer a las fuerzas militares de su trabajo, en un intento de limpiar su imagen de Alcalde “fugitivo”.
Un día después del evento, un trágico ataque armado a una patrulla de agentes estatales en una de las avenidas principales de Reynosa dejó como resultado la muerte lamentable de dos valientes elementos, una lamentable muestra de los niveles de violencia en que vivimos.
La indiferencia ante los recientes acontecimientos violentos en el municipio, como la agresión a balazos en un ejido, donde el Secretario de Gobierno del Estado y su escolta fueron atacados, sugiere un desconocimiento o peor aún valemadrismo de parte del Alcalde.
Si su problema legal le impide cumplir con su trabajo, es necesario que presente su renuncia ya que su deber como primera autoridad es garantizar la paz y la tranquilidad de la comunidad que representa, lo que a todas luces esta muy pero muy lejos de cumplir.
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