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Por José Manuel Fuentes
En pleno siglo XXI, el mundo ha sido testigo del resurgimiento de los nacionalismos en varios países. Esto ante el colapso del neoliberalismo global que promovieron e impusieron la (ex) primera ministra, Margaret Thatcher, y el expresidente de Estados Unidos, Ronald Reagan.
Uno de los principales puntos del consenso de Washington, es decir, las privatizaciones de empresas estatales que eran estratégicas para la soberanía de las naciones provocaron, como está documentado, la dependencia de las potencias extranjeras dominantes.
Por lo que ahora estos nacionalismos pretenden restaurar su soberanía que es, incluso, de seguridad nacional. Aunque tengo que precisar, sobre todo, que la mayoría de estos nacionalismos no son iguales entre sí.
La ex primera ministra, Margaret Thatcher, y el expresidente de Estados Unidos, Ronald Reagan
Un claro ejemplo es México y Estados Unidos, países gobernados por políticas nacionalistas como lo son el “humanismo mexicano” y el “trumpismo”, sin embargo, tienen características y contextos históricos muy diferentes que han provocado que estos dos modelos se enfrenten directamente.
Este primer choque entre estas dos visiones se da antes de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador y su homólogo estadounidense, Donald Trump, llegasen al poder en 2018 y 2017 respectivamente.
Antes de llegar a la Casablanca por primera vez, Donald Trump, nos calificó, de forma horrible, a las y los mexicanos migrantes como “delincuentes” y hasta expresó que “no éramos sus amigos.”
En cambio como líder opositor, López Obrador publicó en 2017 un libro llamado, “Oye Trump”, en donde hacía una defensa de las y los migrantes mexicanos ante la xenofobia y racismo que caracteriza al “trumpismo.”
“Ayer se impuso la política sobre la confrontación y debo reconocer que hubo voluntad para buscar una salida negociada al conflicto de parte del presidente Donald Trump y de sus principales colaboradores. Al presidente Donald Trump no le levanto un puño cerrado, sino la mano abierta y franca, y le reiteramos nuestra disposición a la amistad, el diálogo y la colaboración.”
Estas fueron las palabras que López Obrador, ya siendo Presidente de México, pronunció en un acto pacífico en Tijuana con el fin de expresar el desacuerdo de que su entonces homólogo estadounidense, Donald Trump, aplicara un arancel de 5 por ciento a los productos mexicanos, el 8 de junio de 2019.
Por cierto, esta defensa no solo quedó en este evento en Tijuana, el mandatario mexicano – que es un líder pacifista- llevó consigo este “humanismo mexicano” a la Casa Blanca, el 8 de julio de 2020. Como resultado, Trump comenzó a respetar a nuestro país y, al mismo tiempo, a nuestras paisanas y paisanos.
Aunque Trump, en pleno 2025, ha endurecido su política migratoria en contra de México; la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo está fortaleciendo la reivindicación de las y los paisanos a través del “humanismo mexicano.”
Cabe señalar que el “humanismo mexicano” es un modelo que la prensa tradicional corporativa y los neoliberales no quieren entender, pues, una de sus características principales es la soberanía nacional de nuestro país; todo lo contrario al modelo del PRIAN que entregaba nuestra independencia por completo a Washington, a pesar de la resistencia popular.
Asimismo, las raíces del “humanismo mexicano” emergen de la herencia de grandes y antiguas civilizaciones mesoamericanas, también, de las tres transformaciones que ha tenido nuestro país.
Comenzando por la Independencia en 1810, en donde se sientan los principios de la igualdad, la soberanía y los derechos de las y los mexicanos, los cuales están escritos en los “Sentimientos de la Nación”, un documento redactado por José María Morelos y Pavón.
Ya con estos principios, México comenzó a vivir, en 1824, como un país independiente y, a su vez, tuvo que enfrentar muchos desafíos. Uno de ellos es la independencia de Texas (1835-1836) y la guerra con Estados Unidos que inició en 1846 y terminó en 1848, con la cual perdimos más de la mitad de nuestro territorio.
Por cierto: quien encabezó este robo fue el presidente James Polk, un personaje con un pensamiento parecido al de Donald Trump como lo detallé en mi pasado artículo para la revista Polemón.
La segunda transformación se da con la implementación de las “Leyes de Reforma”, entre 1855 y 1863, por el presidente Benito Juárez. Estas pusieron fin al desastre que dejó la dictadura de Santa Anna, quien fue derrocadotras la revolución de Ayutla.
Con este legado, el “humanismo mexicano”, de igual manera, es respetuoso ante las creencias religiosas y, al mismo tiempo, mantiene la separación del poder político con el eclesiástico.
Me acuerdo que el Presidente López Obrador hizo hincapié de este legado en el aniversario 217 del natalicio de Benito Juárez:
“Juárez era anticlerical pero no antirreligioso. Su lucha era contra el clero, una corporación que acaparaba bienes materiales del país mantenía sometidas a las conciencias y era dueña, en los hechos, del poder público.”
La tercera transformación fue la Revolución Mexicana que dejó como legado la Constitución Política de 1917, cuya carta magna fortaleció el concepto de soberanía nacional y, a su vez, tuvo un carácter social, así como humanista.
Además, el “humanismo mexicano”, les extiende la mano a las y los pobres que dejó el neoliberalismo. No es por nada que el lema principal de la “Cuarta Transformación” sea: “por el bien de todos, primero los pobres.”
En cuanto a lo económico, este pensamiento humanista se plasma en el famoso “Plan México”- creado por López Obrador y fortalecido por Claudia Sheinbaum-, el cual se inspira en la sustitución de importaciones que se aplicó en la década de los cuarentas y, a la par, busca fortalecer la industria nacional como sucedió en el “milagro mexicano”.
Mientras que el “trumpismo” nace del supremacismo blanco anglosajón protestante, el cual emerge durante la guerra religiosa de los “Treinta Años” (1618-1648) que influenció en las relaciones entre España y Inglaterra.
Dos años después, inició la expedición puritana del barco Mayflower, el cual transportó a los “Padres peregrinos”, desde el Reino Unido, quienes posteriormente fueron convirtiéndose en una élite privilegiada que se ubicaron en la costa de Massachusetts, actualmente, Estados Unidos.
Ellos fueron indispensables para la formación de las Trece Colonias británicas que comenzaron a crearse en 1606, mientras que la Nueva España estaba desarrollándose a través del Virreinato que controlaba España.
La guerra de los “Treinta Años” tuvo un gran impacto en los colonos puritanos y, también, en los habitantes de la Nueva España. El politólogo estadounidense Samuel Huntington escribió que los colonos del siglo XVII fundaron sus comunidades por motivos religiosos y ante el conflicto católico-protestante que existía en la época.
Es más, uno de los ideólogos del trumpismo- antes del supremacista Steve Bannon- es Samuel Huntington, quien habló de la importancia de que en Estados Unidos siga la cultura anglo-protestante.
La visión de Huntington se puede leer en su libro, “¿Quiénes Somos?”, en donde habla de los desafíos de la identidad nacional estadounidense que se encuentra en “peligro” por la “hispanización” del país, pues, sostiene que la migración latinoamericana contemporánea no tiene precedentes en la historia de Estados Unidos.
Huntington expone, asimismo, la necesidad de recuperar las “tradiciones puritanas” y volver a hacer el grupo dominantecomo lo fue en 1930.
Dicho esto, el trumpismo, inconscientemente, ha tomado este pensamiento como suyo y lo ha aplicado a través del MAGA (Make America Great Again).
El fortalecimiento de este movimiento supremacista se da luego de que la población blanca estadounidense ha disminuido considerablemente hasta llegar a 57 por ciento, de acuerdo a los datos de Pew Research Center.
Mientras que en su país se está dando el grandioso ascenso demográfico de las y los mexicanos. Por ejemplo, en Estados Unidos viven 38 millones de paisanas(os), de acuerdo a la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.
Por esta razón, no es gratuito de que Trump, en su primer mandato, comenzó a construir el “muro de la ignominia” y, posteriormente, ya en su segundo periodo realizó las redadas masivas en Los Ángeles, California, el pasado de junio de 2025, lo que ocasionó protestas masivas en contra de esta política migratoria trumpista.
Como podemos observar, en su segundo mandato, Donald Trump endureció sus políticas migratorias a través de las redadas y deportaciones masivas, así como económicas mediante la imposición de aranceles en el sector automotriz, acero y aluminio para todo el mundo, incluyendo, a México.
Además, Trump abrió disputas con nuestro país en el sector ganadero -por el gusano barrenador-, así como con los tomates mexicanos, el impuesto a las remesas y el tratado de aguas de 1944 que es un acuerdo entre México y Estados Unidos que regula el aprovechamiento de los ríos Colorado, Tijuana y Bravo.
Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, -quien encabeza el “segundo piso de la cuarta transformación”- ha aplicado medidas inteligentes para enfrentar estas acciones unilaterales de Trump, por lo que se ha convertido en la primera mandataria en enfrentar al republicano de manera eficaz.
Aunado a ello, nuestra presidenta ha enfatizado, en varias ocasiones, que las y los mexicanos han aportado mucho a la economía de Estados Unidos, tal como lo hizo en el G7:
“Han construido su vida con dignidad, cumplen con las leyes, son de esfuerzo y dedicación, pagan impuestos, asumen responsabilidades y no merecen discriminación, sino respeto y reconocimiento. El fin último es que las personas tengan empleo bien remunerado y acceso a una vida digna en sus lugares de origen, que tengan bienestar”.
Gracias a esta visión de nuestra Presidenta Sheinbaum Pardo, Donald Trump volvió a reconocer que hay muchas familias mexicanas que aportan mucho a Estados Unidos.
Por último, señalaré que el “humanismo mexicano” extiende su mano a su vecino estadounidense, pues, compartimos una frontera de tres mil 152 kilómetros de largo y nuestras historias, así como economías están entrelazadas. Así que el “trumpismo” tendrá que vivir con ello…
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