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LA GNOSIS Y LA FRANCMASONERIA


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 RENE GUENON

 “La Gnosis, ha dicho el M. I:. H:. Albert Pike, es la esencia y el meollo de la
Francmasonería”. Por Gnosis, debemos entender aquí ese Conocimiento
tradicional que constituye el fondo común de todas las iniciaciones, cuyas
doctrinas y símbolos se han transmitido, desde la más remota antigüedad hasta
nuestros días, a través de todas las Fraternidades secretas cuya extensa
cadena jamás ha sido interrumpida.

Toda doctrina esotérica puede únicamente transmitirse por medio de una
iniciación y cada iniciación incluye necesariamente varias fases sucesivas, a
las cuales corresponden otros tantos grados diferentes. Tales grados y fases
pueden ser reducidos, en última instancia, siempre a tres; podemos considerar
que marcan las tres edades del iniciado, o las tres épocas de su educación y
caracterizarlas respectivamente con estas tres palabras: nacer, crecer,
producir. 

A este respecto, el H\Oswald Wirth escribió: "La iniciación masónica
tiene como objetivo luminar a los hombres, a fin de enseñarles a trabajar
útilmente, en plena conformidad con las finalidades mismas de su existencia.
Ahora bien, para iluminar a los hombres, en primer lugar se hace necesario
liberarlos de todo lo que puede impedirles ver la Luz. 

Esto se logra
sometiéndolos a ciertas purificaciones, destinadas a eliminar las escorias
heterogéneas, causales de la opacidad de aquellas envolturas que sirven como
cortezas protectoras del núcleo espiritual humano. Cuando las mismas se
vuelven cristalinas, su perfecta transparencia deja penetrar los rayos de la Luz
exterior hasta el centro consciente del iniciado.

 Todo su ser, entonces, se
satura progresivamente, hasta llegar a convertirse en un Iluminado, en el
sentido más elevado de la palabra, vale decir un Adepto, transformado ya en
un foco irradiante de Luz.

"Consecuentemente, la iniciación masónica conlleva tres fases distintas,
consagradas sucesivamente al descubrimiento, a la asimilación y a la
propagación de la Luz. Estas fases están representadas por los tres grados de
Aprendiz, Compañero y Maestro, que corresponden a la triple misión de los
masones, que consiste en buscar primero, para poseer después y, finalmente,
poder difundir la Luz.

"El número de estos grados es inamovible: no podría haber ni más ni menos
que tres. La invención de los distintos sistemas llamados de altos grados
descansa sobre un error, que llevó a confundir los grados iniciáticos,
estrictamente limitados a tres, con los estados transitorios de la iniciación, cuya
multiplicidad es necesariamente indefinida.

"Los grados iniciáticos corresponden al triple programa perseguido por la
iniciación masónica. Esotéricamente, aportan una solución a las tres cuestiones
del enigma de la Esfinge: ¿de dónde provenimos? ¿qué somos? ¿a dónde
vamos?, y con ello responden a todo cuanto puede interesar al hombre. Son
inmutables en sus caracteres fundamentales y conforman en su trinidad un
todo acabado, al que nada se puede quitar ni agregar: los grados de Aprendiz y
de Compañero son los dos pilares que sostienen a la Maestría.

"En cuanto a los estados transitorios de la iniciación, ellos permiten al iniciado
penetrar más o menos profundamente en el esoterismo de cada grado; de aquí
resulta un número indefinido de maneras distintas de tomar posesión de los
tres grados de Aprendiz, de Compañero y de Maestro. 

Puede poseerse sólo la
forma exterior, la letra y no la comprensión; en Masonería, como en todas
partes, hay, bajo este aspecto, muchos llamados y pocos elegidos, ya que
solamente a los verdaderos iniciados les está dado aferrar el espíritu íntimo de
los grados iniciáticos. No todos llegan, por otra parte, con igual éxito; muy a
menudo apenas logran superar la ignorancia esotérica, sin marchar de manera
decidida hacia el Conocimiento integral, hacia la Gnosis perfecta.

"Esta última, representada en la Masonería por la letra G:. de la Estrella
Flamígera, se aplica simultáneamente al programa de búsqueda intelectual y
de entrenamiento moral de los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro.
Con el Aprendizaje, busca penetrar el misterio del origen de las cosas; con el
Compañerismo, descubre el secreto de la naturaleza del hombre, y revela, con
la Maestría, los arcanos del destino futuro de los seres. 

Enseña, además, al
Aprendiz a potenciar al máximo sus propias fuerzas; muestra al Compañero
como captar las fuerzas del medio ambiente y enseña al Maestro a regir
soberanamente sobre la naturaleza obediente al cetro de su inteligencia. No
hay que olvidar, en efecto, que la iniciación masónica se remonta al Gran Arte,
al Arte Sacerdotal y Real de los antiguos iniciados".

Sin querer entrar en la compleja cuestión de los orígenes históricos de la
Masonería, recordaremos tan solo que la Masonería moderna, tal como se la
conoce actualmente, deriva de una fusión parcial de los Rosa–Cruces, quienes
habían conservado la doctrina gnóstica desde la edad media, con las antiguas
corporaciones de Masones Constructores, cuyas herramientas, por lo demás,
ya habían sido empleadas como símbolos por los filósofos herméticos, tal como
puede verse, en particular, en una figura de Basilio Valentín.

Pero, dejando por el momento de lado el punto de vista restringido del
Gnosticismo, por nuestra parte haremos hincapié en el hecho de que la
iniciación masónica, como toda iniciación, tiene como fin la conquista del
Conocimiento integral, que es la Gnosis en el verdadero sentido de la palabra
.
Podemos decir que es este Conocimiento mismo lo que, hablando con
propiedad, constituye realmente el secreto masónico y por esta razón dicho
secreto resulta esencialmente incomunicable.

Para concluir y a fin de evitar cualquier malentendido, agregaremos que, para
nosotros, la Masonería no puede ni debe sujetarse a ninguna opinión filosófica
particular, que ella no es más espiritualista que materialista, ni tampoco más
deísta que atea o panteísta, en el sentido que habitualmente se atribuye a
estas diversas denominaciones, puesto que ella debe ser pura y simplemente
la Masonería. 

Cada uno de sus miembros, al entrar en el Templo, debe
despojarse de su personalidad profana y hacer abstracción de cuanto sea
extraño a los principios fundamentales de la Masonería, principios a cuyo
alrededor todos debieran unirse para trabajar en común en la Gran Obra de la
Construcción universal. 

Traducción: Franco Peregrino. 


 

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